¿Cómo podemos definir la fe? ¿Es un sentimiento?
¿es un salto al vacío? ¿es un tranquilizante ante los problemas?
LA
CONFIANZA: UNA ACTITUD NATURAL
El mundo de hoy muchas
veces cuestiona a las personas que tienen fe. Se les considera ingenuas,
ilógicas, supersticiosas. Parecería que para tantos hombres y mujeres de
nuestro tiempo resulta difícil creer en algo o alguien, sin poder verlo con sus propios ojos y tocarlo
con sus propias manos.
Creer y confiar en la
palabra de otra persona es, sin embargo, algo natural y cotidiano; ni siquiera
el más convencido ateo podría considerarse un incrédulo absoluto, pues cada vez
que adquiere un producto o un alimento, confía en las personas que lo han
elaborado. Tal vez no creerá en Dios, pero en lo cotidiano "creerá"
en muchísimas cosas y personas sin estar constantemente analizando las razones
para hacerlo. Por ejemplo, cuántas veces creemos, sin cuestionar, lo que dicen
los noticieros, las películas o los diarios. Más aún, le creemos a las personas
que amamos, o a quienes les reconocemos cierta autoridad, sin tener que estar
verificando constantemente lo que nos dicen. Sería realmente imposible vivir si dudásemos de todo lo que se nos
dice, hasta que sea demostrado. El mundo, es un sentido, se
paralizaría.
Para el ser humano natural,
creer y confiar, es una postura natural, lo cual no hace a los cristianos ni
ingenuos, ni tontos, ni ilógicos. Sin embargo, sería comprensible que para
temas más trascendentes y misteriosos exijamos mayores razones.
FE:
DON DE DIOS Y ACTO HUMANO
La disposición natural de
las personas para creer y confiar encuentra una seguridad y una certeza muy
grande en la virtud teísta de la fe, porque es confiar en Dios, quien, por su
esencia y definición, nunca nos falla, ni nos abandona, ni se engaña ni nos
puede engañar. El es la verdad absoluta
y permanente ante la cual contrasta nuestra limitación y transitoriedad.
Según el Cristianismo, la
fe es la adhesión personal del hombre a Dios, quien nos ha creado a su imagen y
semejanza y además, ha querido revelarse o darse a conocer. Dios «habla al ser
humano como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a
la comunión consigo y recibirlos en su compañía. La respuesta adecuada a esta
invitación es la fe». Por la fe nosotros aceptamos la revelación de Dios,
aceptamos su invitación a vivir con Él.
Dos características muy
importantes de la fe:
a. En primer lugar afirma que
la fe es una gracia, un «don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por
Él». Es un regalo que Dios nos da, manifestación inmensa de su amor. Dios no le
niega nunca este regalo a quien lo busca sinceramente y lo pide con humildad.
b. Por otro lado Dios respeta
la libertad del hombre. La fe es también un acto humano, voluntario, que
depende de la libertad y la inteligencia del hombre que deposita su confianza
en Dios y se adhiere a las verdades por Él reveladas.
Recordemos siempre entonces,
que como todo don divino, la iniciativa es de Dios. Él nos ama primero, y nos
ofrece la gracia de la fe que ilumina nuestro entendimiento y voluntad. Como
toda invitación, espera una respuesta. Esa respuesta al don de la fe es la
aceptación libre, el asentimiento a las verdades y promesas por Él reveladas.
Esto nos lleva a una
pregunta que probablemente nos hemos hecho alguna vez: ¿Y cuál es el motivo por
el cual creemos? En el fondo, creemos gracias a «la autoridad de Dios mismo que
se revela y que no puede engañar ni engañarnos».
En el lenguaje familiar
decimos que "creemos" en una persona, o le tenemos "fe".
Solemos expresarnos de esta manera cuando manifestamos que podemos confiar en
esa persona. Por lo general es así porque se ha ganado nuestra confianza, nos
ha demostrado que es fiable. Algo similar, pero a la vez infinitamente
superior, podemos decir de Dios. Por fe creemos en Dios y le creemos a Dios con
una certeza que nadie más que Él merece. La fe teísta es «más cierta que todo
conocimiento humano porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede
mentir».
Además existen muchísimas
razones para creer. Argumentos que nos ayudan a fortalecer y anunciar nuestra
fe, como por ejemplo: La maravillosa armonía, el delicado balance y la complejidad
del Universo que nos rodea. Por otro lado, cómo toda la Revelación de Dios a lo
largo de la historia tiene un hilo y una coherencia maravillosa: Cada
acontecimiento le va dando sentido a lo anterior; por otro lado las verdades de
la fe se entrelazan unas con otras con una armonía muy misteriosa y los hechos
sobrenaturales que han ido confirmando muchas de estas verdades de fe y son una
ayuda ante nuestra poca fe.
LA
"PUERTA DE LA FE"
Recordando un pasaje de los Hechos
de los Apóstoles, el apóstol Pablo, luego de predicar el Evangelio en
diversas ciudades, se detiene finalmente en Antioquía. A su llegada «reunieron
a la Iglesia y se pusieron a contarles a todos,
cuánto Dios había hecho juntamente con ellos y cómo había abierto a los
gentiles, la puerta de la fe» (Hech 14,27). La fe, es como una
puerta que nos introduce en la vida de comunión con Dios y a la vez nos da la
entrada en la Iglesia.
La figura de la puerta nos
habla de entrada, de inicio. Nos recuerda el ingreso a un nuevo tipo de vida,
que además involucra todo nuestro ser. No cruzamos el umbral de la fe sólo con
una comprensión teórica de las verdades, sino cuando escogemos la gracia de
Dios, emprendemos un camino de conversión total, que se manifiesta en todas las
dimensiones de nuestra vida. Se cruza este «umbral cuando la Palabra de Dios se
anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma», y supone
«emprender un camino que dura toda la vida». Es, en este sentido, una opción
fundamental que alcanza toda nuestra existencia.
La fe es integral, es
decir, debe iluminar nuestra mente, ser acogida en el corazón, y manifestada en
las acciones de nuestra vida cotidiana. Tener fe en el Señor «no es un hecho
que interesa sólo a nuestra inteligencia, el área del saber intelectual, sino
que es un cambio que involucra la vida, la totalidad de nosotros mismos:
sentimiento, corazón, inteligencia, voluntad, emociones, relaciones humanas,
etc…».
La imagen de la puerta nos
remite también a unas palabras del Señor Jesús sumamente iluminadoras: «En
verdad, en verdad o digo: yo soy la puerta de las ovejas (...) si uno entra por
mí, estará a salvo» (Jn 10,7.9).
Los cristianos conocemos de
Dios lo que nos ha revelado Jesucristo: Que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
un solo Dios verdadero en tres personas distintas, ese es el contenido esencial
de nuestra fe. Por ello, creer en Dios es inseparable de creer en el Señor Jesús,
quien nos reconcilia consigo mismo. Dios se revela a través de su Hijo y nos
invita a la comunión, a vivir como verdaderos amigos suyos.
La puerta de la fe se abre
ante nosotros para que podamos encontrarnos con Cristo, y seguirlo. Él es «el
camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6).
CAMINAR
Y CRECER EN LA FE
Cruzar el umbral de la
puerta de la fe, sin embargo, no basta. Como hemos visto, el don de la fe
implica una respuesta continua para cultivar ese don, ya que si la fe no crece,
se va enfriando y va desapareciendo. La fe, «se fortalece, creyendo». Una vida
de oración, el estudio de la Biblia y congregarse son medios a nuestro alcance
para caminar y crecer en vida de fe. Pero por encima de todo ello necesitamos
pedir al Señor el don de la fe, y que nos ayude a fortalecerla y acrecentarla.
Una de las grandes riquezas
y ayudas de la fe cristiana es caminar juntos como una sola familia. Ningún
cristiano avanza solo por el sendero de la fe. Como miembros de la Iglesia, nos
apoyamos unos a otros y recibimos de ella, el apoyo que necesitamos "hasta
que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de
Dios, al estado de hombre perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo (Ef 4,13).
Juntos nos vamos perfeccionando.
Por otro lado el cristiano
«no puede pensar nunca que creer es un hecho privado». Lo más natural es
compartir lo que creemos. Cuando tenemos algo valioso, algo que vale la pena,
se lo decimos a todos nuestros familiares, amigos y conocidos. Así como el sol
no puede dejar de iluminar, el que lleva la llama de Cristo no puede
esconderla. Y no se trata de enseñar teoría, sino de presentarlo como quien
presenta a un amigo: "Te presento a Jesús", para que el otro pueda
decir: "mucho gusto en conocerte".
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CITAS:
§ Qué es la fe: Jn 9,36-38; Heb 11,1.
§ Pedir el don de la fe: Mc 9,23-24; Lc 17,5.
§ Fe y salvación: Mt 9,22; Mt 8,5-12.
§ Fortalecer nuestra fe: Mt 17,19-20; 1Pe 1,6-9, 2Pe,
1,1-11.
§ La fe se manifiesta en
obras: Stgo 2,14-24