Muchos miembros del cuerpo de Cristo se apartan de LA FE, porque no atienden a la Palabra de Dios, como lo hizo Saúl, que
por su desobediencia perdió su reino y la simpatía de Dios (1 Sam.
15.10-11,22-24). La desobediencia nos apartará más y más de Dios hasta
que ya no encontremos felicidad en el camino del Señor.
“Mirad también por vosotros mismos, que
vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los
afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque
como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la
tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos
de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre” (Luc. 21.34-36. Es preciso vivir sabia y
prudentemente (Mat. 25.1-46). No debemos permitir que nada ni nadie nos aparte de las enseñanzas de Jesús, pues esta es la vida del hombre (Ecl.
12.13-14). “Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie, y acércate
más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios, porque no
saben que hacen mal.” (Ecl. 5.1).
Las fuerzas del mal SIEMPRE van a querer destruir la
obra de Dios, (tú y yo), los que creemos en Jesús. Seamos sabios y procuremos evitar todo lo que pueda causar problemas en contra de la obra de Dios
(Luc. 17.1-2).
Ahora bien, ¿Por qué pierden
su fe los cristianos, volviéndose al mundo? Quizás por que han preferido el camino
fácil, que la vida en Cristo (Mat. 6.24,33; 7.21-23,24-29).
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es
bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar
misericordia, y humillarte ante tu Dios.” (Miqueas 6.8).
En nuestra calidad de cristianos hemos
de luchar continuamente contra el mal, contra la incredulidad, contra la
indiferencia, y el pecado. Muchos no están dispuestos a pagar ese
precio; por eso caen, y se pierden. El enemigo siempre tratará de hacernos caer... (1 Ped. 5.8-9). Pablo, el apóstol, dice que tal lucha está
en cada cristiano. En realidad, todos los hombres sienten en sí mismos
esa lucha entre el bien y el mal (Rom. 8.1,6-7,28; 7.18-19).
La "carne y sus deseos" (1 Juan 2.15-17;
5.4) batallan contra nosotros, y el mundo nos pone trampas de tentación
en nuestro camino. Cada ser humano tiene que luchar para recibir
la corona de vida (Apoc. 2.10). No podemos echar la culpa a nadie, pero es recomendable apartarnos de toda persona que ande desordenadamente (los
malos ejemplos). Y esto resulta aveces, particularmente difícil, cuando estos provienen de personas a quienes consideramos nuestros amigos o nuestros líderes.
Necesitamos aprender a discernir... a identificar "los dardos de fuego del maligno". Nuestro enemigo es engañador desde el principio y su misión es hurtar, matar y destruir la obra de Dios. "Es el padre de la mentira" (Jn 8,44), que "se disfraza de ángel de luz" (2Cor 11,14) o "se viste de oveja, mas por dentro es lobo rapaz" (Mt 7,15).
Dice en Proverbios 16: "Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte."
No todos los que dicen ser cristianos son el cuerpo de Cristo,
sino los que siguen fielmente sus enseñanzas (Mat. 25.32; 13.27-30;
15.13). Pero una cosa debemos comprender: que cada uno será responsable
de sí mismo delante de Dios (Mat. 24.10-13). Lo que vale y lo que producirá un bien permanente y eterno es la fe, la
obediencia, la perseverancia, la confianza y la voluntad de hacer el
bien de acuerdo con la enseñanza de Cristo.
Un cristiano fiel será aquel ser humano que siempre escudriñe la Palabra de Dios, contínuamente buscando cuál es la voluntad
de Su Señor, y viviendo conforme a Su voluntad.
Romanos 12:2
Nueva Versión Internacional (NVI)
2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.