Vuelve al primer amor

Nuestro Padre merece tiempo y dedicación. Nunca te canses de agradecer sus bendiciones y atenderle como se merece.

En Apocalipsis 2:2-5 leemos: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.




Expresa tu amor a Dios con obras y con gestos de afecto. Sirve arduamente al Señor y trabaja sin descanso por Su obra, pero también dale tiempo de adoración. Alábalo, exprésale el amor y agradecimiento que te inspira, sin dejar de trabajar en el ministerio. Encuentra el balance entre tu tiempo de servicio y atención al Señor. 


La carta comienza diciendo en los vv. 2 y 3: “Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos. Has sufrido, has sido perseverante, has trabajado arduamente por amor de mi nombre y no has desmayado.”

La comunidad cristiana en Éfeso fue perseverante. En el Nuevo Testamento, la palabra “perseverancia” quiere decir “resistir de manera militante”. Perseverar no es esperar de manera pasiva. Las personas que perseveran se mantienen firmes ante la adversidad; adoran a Dios aún cuando las autoridades lo proscriban; y predican el evangelio aunque las autoridades la persigan.

Y la Iglesia en Éfeso fue perseverante. Predicó el Evangelio. Fundó congregaciones. Dio testimonio de Cristo en medio de la persecución. Fue un modelo de fe, de perseverancia y fidelidad al Señor.

Ahora bien, en el v. 4 el Señor Jesucristo dice que tiene una queja contra la iglesia. La queja era que había dejado su primer amor.

¿Qué quiere decir perder el primer amor? Una iglesia pierde el primer amor cuando pierde su fervor por la obra de Jesucristo; cuando se pierde el celo misionero. Un creyente pierde el primer amor cuando la oración se convierte en una costumbre, la Biblia se queda olvidada en una esquina y asistir a la Iglesia se toma como algo opcional.

El problema es que, cuando se escribe Apocalipsis, la Iglesia en Éfeso ocupaba una posición de liderazgo. Sí, los líderes habían perdido el primer amor. Perder el primer amor es un peligro constante para todo creyente. Cualquier creyente que se aleja de Dios, que pierde el contacto con la iglesia y que deja de practicar las disciplinas espirituales, puede perder el primer amor.

En el v. 5, el Señor Jesucristo exhorta a la iglesia a cambiar su situación, diciéndole: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar.”

Esto nos lleva a considerar la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos recuperar el primer amor? ¿Qué debemos hacer para recuperar la relación con Dios que disfrutamos una vez?



1. Para recuperar el primer amor es necesario recordar el fervor y las prácticas que caracterizaron nuestros primeros pasos en la fe.

2. También es necesario examinar nuestra práctica de la fe. Muchos de nosotros debemos “arrepentirnos”, es decir, cambiar nuestra manera de actuar. El verdadero arrepentimiento se demuestra en la práctica.

3. Además, para volver al primer amor debemos cultivar a las disciplinas espirituales que llevan al crecimiento en la fe.

La carta a la Iglesia en Éfeso termina indicando la recompensa que le espera al creyente que se mantenga perseverante en la fe: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del paraíso de Dios” (v. 7).

La Biblia menciona el árbol de la vida por primera vez en Génesis 2:9. También se menciona es Génesis 3:22 y 24, textos que parecen afirmar que su fruto concede vida eterna. La frase recurre en Apocalipsis donde, aparte del 2:7, también se menciona en el capítulo 22. Allí también su fruto se relaciona a la vida eterna.


En resumen, la recompensa que le espera a la persona que se mantiene perseverante es la vida. Vida eterna, vida que no se acaba, vida con Dios. Sin embargo, esa vida eterna comienza aquí y ahora. La vida eterna es vida buena que disfrutamos en este mundo y en el venidero.