"He perdido la Fe"
¿Cuántas veces en la vida has repetido esta frase? ¿Te sientes así, ahora mismo?
Cuál sea la situación que atraviesas actualmente, no la conocemos, pero Dios sí la conoce. La Palabra de Dios nos dice que, en el mundo tendremos aflicciones, pero... que confiando en él... igual que él venció, nosotros también podremos vencer! El trabajo del enemigo de las almas siempre ha sido y será poner en nosotros dudas en cuanto al poder y la misericordia de Dios, y su cuidado en medio de nuestros problemas y enfermedades. Sin embargo debo decirte, que no hay nada ni nadie que nos pueda apartar del amor de Cristo. En él podemos ser más que vencedores! Jesús nos dice que la oveja que está en la mano del Padre, nadie la podrá arrebatar de allí, pero muchas veces, somos nosotros mismos los que por nuestras desobediencias, nuestro desánimo y nuestros errores, nos apartamos de esa protección de Dios.
La misericordia de Dios, se extiende más allá de nuestros pensamientos. Dios siempre está dispuesto para darnos la ayuda necesaria, si reconocemos nuestra falta de fe y nos tornamos a él. En cierta ocasión los mismos discípulos le pidieron a Jesús que les aumentara la fe, esto en un momento donde se sentían frustrados y fracasados... ¿Sabes qué? Allí estaba Jesús, y lo que le pidieron sus discípulos, él lo cumplió. Nunca debemos echar a un lado nuestra confianza en Jesús. Todos, de una manera u otra, pasamos por momentos en que nuestra fe nos falta, donde perdemos el interés en los asuntos de Dios, pero nunca es tarde, para volvernos a él.
Mi consejo en esta hora, es que aunque tengas pocas fuerzas, te vuelvas al Señor, humildemente, y verás la recompensa. Lee el Salmo 51, y verás como un gran hombre, que le faltó al Señor, tuvo ese momento de arrepentimiento, y como Dios oyó su oración y lo restituyó con ricas bendiciones.
Desde este momento en adelante, toma el arado nuevamente y continúa abriendo surcos y caminando en pos de la salvación y la vida eterna.
Oración de Fe
Oración de Fe
Dios conoce tu corazón y no tiene tanto interés en tus palabras, sino más bien en la actitud de tu corazón. Te sugiero como guía la siguiente oración:
“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.”
Dios te bendiga en gran manera.