Qué es la confianza en Dios


“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu mismo entendimiento: tenle presente en todos tus caminos, y él dirigirá tus senderos.”
Proverbios 3:5-6

¿Qué es la confianza en Dios? Es ponerlo todo bajo sus cuidados, su sabiduría, su fidelidad. Para poner esto en práctica, es preciso conocerle, conocer su amor, del cual nos ha dado la prueba suprema por el don del Señor Jesús. “Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros” (1 Juan 4:16).

La confianza es relativa al amor. Es decir, podemos confiar en alguien en la medida en que conocemos su amor e interés hacia nosotros. Dios nos ha amado con un amor sin límite, por lo tanto tiene derecho a una total confianza de nuestra parte: “Confía en Jehová con todo tu corazón”.

Confiar en Dios es tanto un privilegio como un deber para sus hijos. Sería, pues, normal y justo que tuviéramos confianza en él en todo tiempo. Pero, desgraciadamente, muchas veces el Señor tiene razones para decirnos como a sus discípulos de antaño: “¿Dónde está vuestra fe?” (Lucas 8:25). El recelo que fue sembrado en el corazón de nuestros primeros padres tiene en nosotros raíces tan profundas que se precisa la sonda divina para descubrirlo y la energía renovada del Espíritu Santo para extirparlo; y mientras estemos aquí en la tierra, tendremos que seguir luchando contra nuestra propia incredulidad.

La exhortación a confiar en Dios está acompañada, en nuestro texto, de una advertencia oportuna para todos y especialmente para los jóvenes: “No te apoyes en tu mismo entendimiento”. Esto no quiere decir que nuestro entendimiento o inteligencia sea inútil, sino que siempre debe estar subordinada a la voluntad de Dios. Somos tan rápidos en forjar proyectos, en tomar decisiones, en comprometernos en diferentes actividades, sin antes orar y sin dejarnos conducir por el Señor. Debemos escuchar lo que nos dice la Escritura y no hacer nada sin ponernos en las manos de Dios, pues, se nos dice que “no hay sabiduría, ni inteligencia, ni consejo, contra Jehová” (Proverbios 21:30).

“Tenle presente en todos tus caminos”. La forma de esta exhortación, ¿no nos deja entrever que, aun estando en relación con Dios, corremos el peligro de conducirnos como si no le conociéramos? Reconocerlo en todos nuestros caminos es poner delante de él todas las cosas. Cuanto más ponemos en práctica este privilegio, mejor nos sentimos. Nunca un creyente ha tenido que lamentarse de haber confiado en Dios, mientras que la confianza en la carne ha sido la causa de muchas penas.

En cada camino nuevo es preciso conocer al Señor, es decir, invocarle, escucharle y obedecerle. Si no oramos, nos conducimos como si Dios no existiera; y aunque no consultemos directamente al enemigo, nuestra independencia de Dios, así como nuestra propia voluntad, nos entrega a su influencia.

Las felices experiencias que hemos vivido pueden sernos muy útiles, pero no nos dan ninguna seguridad para el futuro, ya que después de haber obtenido una victoria o una bendición por la fe, a menudo nos vuelve a faltar la confianza en Dios.


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