Dios te puede dar la libertad

“…a pregonar libertad a los cautivos.”


Uno de los males más horrendos de la humanidad es la esclavitud. Dios creo al hombre con el glorioso don del libre albedrío, y cuando se le priva de esta libertad, el hombre nunca permanece pasivo ante este asunto. Hoy en día seguimos luchando contra un opresor, el peor de los dictadores el peor opresor de la humanidad, el pecado. El cual tiene a muchos esclavizados. San Pablo en Romanos siete, nos describe el poder del pecado sobre la humanidad. Pero en este día Jesús nos promete que podemos ser liberados, hay un remedio, una solución a nuestro mal. Muchas veces no entendemos que nos pasa, queremos ser libres, fieles a Dios, pero no podemos, nuestra misma naturaleza nos lo impide. Reconozcamos que solamente el poder del Espíritu Santo nos puede liberar de nuestra condición. Dejemos que Dios llene nuestras vidas de su poder santificador, que él nos lleve de gracia en gracia y de poder en poder.

“…y vista a los ciegos.”

Hoy con tanto conocimiento y después de múltiples descubrimientos científicos y tecnológicos, seguimos ciegos en cuanto a las cosas espirituales. Todavía no hemos aprendido a conocernos a nosotros mismos. Sin embargo, Dios sigue haciendo un esfuerzo desesperado por enseñarnos cuál es su voluntad y cuánto nos ama. Cuando el evangelio de Cristo mora en nosotros, somos personas con visión espiritual. Nuestros días son malos y como nunca antes, necesitamos ser una iglesia con visión, necesitamos líderes con visión, un grupo de cristianos que pueden ver más allá de lo negativo y de las posibilidades materiales y económicas de este mundo.

Ilustración:

Una de las trampas del diablo es cegarnos a la realidad de nuestra condición espiritual. ¿Recuerdan a Sansón? El no se dio cuenta de que ya había fracasado hasta que ya le tenían cautivo, hasta que le sacaron los ojos, hasta que le tenían como bestia de carga moliendo trigo. Hasta que lo humillaron y se burlaron de su Dios. Hermanos mucho cuidado. Abramos bien los ojos del espíritu, seamos sensibles a la obra que Dios quiere realizar en nuestra vida. Dejemos que Dios nos dé una visión clara. Necesitamos abrir los ojos y ver que nuestro enemigo nos ha declarado guerra y necesitamos el poder del Espíritu Santo a través de una santificación completa.

Un llamado a la verdadera libertad
"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres ... Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:31-32, 36).

Sea ayer, sea hoy, el conocimiento verdadero, el conocimiento por excelencia, es este conocimiento de Dios, por medio de Su palabra. Si los hijos de Dios comprendieran esta maravillosa verdad, valorarían mucho más la Palabra de Dios. A través de la revelación de la Palabra, las cadenas de los pecados son rotas, y el alma es libertada. Verdaderamente, si el Hijo de Dios nos liberta, somos verdaderamente libres.