I. El Espíritu del Señor está sobre mí…
La vida tiene subidas y bajadas. Sufrimos experiencias positivas y negativas. Subimos a las alturas y después bajamos a los valles. Experimentamos momentos felices y tristes. El camino de la vida está cubierto de rosas y espinas. Porque así es la vida. La vida de nuestro Seños Jesús no fue la excepción. El también sufrió experiencias positivas y negativas. En el evangelio de leemos que cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de una paloma y se escuchó la voz de Dios que dijo: “este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:17) un momento glorioso en la vida de nuestro Señor. Inmediatamente después de este evento glorioso, el mismo Espíritu, le llevo al desierto para ser tentado, cuarenta días y cuarenta noches. ¡Un momento difícil! Sin embargo, Jesús venció la tentación y volvió victorioso del desierto. Entro a la sinagoga en Nazareth donde le dieron a leer el libro de Isaías en una de las más gloriosas profecías del Antiguo Testamento, (Cap. 71).
Jesús a través de su lectura, declara que el Espíritu del Señor está sobre El. Como confirmación de lo que Dios dijo de El. Dios el Padre estaba complacido con Jesús, señal de autoridad, poder, control, y santidad. Jesús nos enseña que ya sea en la cima de la montaña o en el valle de sombra y de muerte, mientras seamos guiados por el Espíritu, agradaremos a Dios, seremos más que vencedores. La carretera de la vida tiene muchas subidas y bajadas, pero lo que verdaderamente importa es que dejemos que el Espíritu del Señor tome control de nuestra vida y de nuestras circunstancias. La iglesia necesita cristianos con autoridad, con poder espiritual, cristianos activos, militantes. Esta clase de cristianos surgen cuando permitimos que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros y tome control completo de nosotros y de nuestras circunstancias. Que en las buenas o en las malas, en la montaña o en el valle que tengamos la plena seguridad de que; ¡Dios está en control!
II. …por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;..”
Jesús vino a un pueblo necesitado y pobre, a un pueblo rodeado de calamidades y problemas socio-políticos. La gente estaba desanimada, decepcionada y buscaba desesperada una salida, alguien que les alimentara su esperanza. Hermanos, nuestros días son parecidos a los de Jesús, vivimos en una sociedad llena de conflictos y escándalos. Nada más lean la prensa, escuchen el radio, vean las noticias por televisión. Crímenes, asaltos, robos, fraudes, guerra, discriminación, en fin. Hay revistas que su especialidad es el escándalo, la calumnia, y la intriga. Por donde quiera somos bombardeados con las peores noticias, las cosas negativas son como un río desbordado que arrastra con todo lo que se encuentra a su paso, inunda nuestras vidas y en ocasiones sentimos que nos ahogamos. Pero en este pasaje, notamos que el mensaje de Jesucristo es un mensaje positivo, un mensaje de buenas nuevas, de victoria y triunfo sobre el pecado, nuevas de júbilo, de esperanza para cada uno de nosotros. Hoy en nuestros días más que en ningún otro momento en la historia, la gente necesita escuchar un mensaje de esperanza, un mensaje que alumbre nuestras tinieblas, un mensaje que nos reanime del desaliento y apatía espiritual. Un mensaje que sane nuestras almas enfermas de pecado. ¡Gloria a Dios! Por el mensaje de Jesucristo porque hoy, sigue siendo un mensaje positivo y de esperanza.
Amigo, si en este día estas desesperado, enfermo, abatido, quieres hallar descanso físico y espiritual, si estas cargado de pecado y de remordimientos, de amargas decepciones, si estas luchando con problemas y si sientes que ya no puedes más con tu carga y con tu enfermedad, tú, que has llegado a pensar que no hay esperanza y que quizás no vale la pena seguir viviendo, tú que sientes que tus maldades son muchas y muy negras y te sientes cansado y que se te acaban las fuerzas, tú que te sientes solo, abandonado de tus hijos, o de tu esposo/a que imaginas que el universo entero está en contra de ti o que tienes mala suerte, tú que has perdido la fe en todo y en todos, tú que vives distraído con tus intereses personales, tu trabajo, tus ganancias, tu prestigio, tus propiedades, tu familia, y no te acuerdas de Dios ni reconoces los muchos favores y bendiciones que El ha derramado sobre ti, tu que estas preocupado con las cosas de esta vida, enfermo, desempleado, indocumentado, en la pobreza, sientes que tus recursos se agotan y escasea el pan en tu casa, tu que andas lejos de Dios, perdido, desconsolado a punto de desfallecer, tú que te la pasas de mal humor, irritable, molesto todo el tiempo, tú, si! Cualquiera que sea tu nombre, tu condición social, tu cultura, tu nacionalidad, ¡escúchame bien! ¡Te tengo buenas noticias! ¡Hay esperanza para ti! ¡Cristo murió por tus pecados! Dios te ama de tal manera que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda más tenga vida eterna. (Juan 3:16) Levanta tus manos al cielo y acepta a Cristo. El es la única esperanza en la vida.